Son cadenas de correo iniciadas por empresas para poder recopilar las direcciones de correo electrónico de muchos de los usuarios y posteriormente hacer mailings (que constituirán a su vez spam).
Se aprovechan de la bondad, la credulidad y la superstición de las personas. Es una práctica no ilegal en la actualidad.
Una cadena empieza cuando una empresa envía un mensaje del tipo “Niño perdido” o “¡Cuidado, virus peligroso!” a millones de direcciones inventadas (las que no den mensaje de error es que existen y ya pueden utilizarse); algunos de estos destinatarios reenviarán con buena fe el mensaje y se formará así la cadena; después de muchos envíos, llegará de nuevo a la empresa que lo inició, ahora repleto de direcciones válidas. Otras veces son simplemente bulos creados por personas para obtener notoriedad pero que también pueden usarse para extraer información de las personas o engañarlas.